|| Poema crujiente ||

Todo cruje en este mundo, todo cruje: las sillas, las mesas, las puertas -que no sabes si se abren o se cierran-. ¡Incluso crujen los ojos cuando despiertas! Crujen las ramas de los árboles y los sueños. Crujen las mandíbulas, como si no quisieran decir ya más palabras. Crujen las bombillas, avisándonos de la superficialidad que nos ofrecen. Los huesos también crujen cuando no soportan más, y hasta crujen las muletas con que los reemplazamos. Hay memorias que crujen si las desempolvamos de lo más profundo de nuestra mente. Y, a veces, incluso al hablar solo nos salen crujidos y nadie nos entiende.

Todo cruje en este mundo, todo cruje. No solo las sillas, las mesas y las puertas.